jueves, 12 de septiembre de 2013

SANANDO NUESTRA IRA: REFLEXIONES Y FLORES DE BASH


A lo largo de mi recorrido profesional, he trabajado muchas veces la ira. Es una emoción constructiva cuando comenzamos a afirmar nuestra personalidad y a confrontarnos con el mundo; algunos maestros espirituales hablan de la «noble ira» del adolescente, por ejemplo (en la segunda parte desarrollaremos más este tema). Sin embargo, en el universo adulto y más allá de las lógicas fricciones humanas sin importancia, constituye un estado muy destructivo que puede causar graves problemas, desde romper lazos familiares hasta malos tratos, físicos y/o psicológicos, mantenidos en el tiempo. Las causas de esta emoción tan negativa no siempre están claras.

Hace milenios que la humanidad conoce la influencia de los humores sobre el comportamiento. Por ejemplo, la bilis secretada (en exceso o en defecto) por una vesícula disfuncional o estancada, provoca un humor ácido e iracundo y conforma un temperamento «colérico». Un exceso/defecto de bilis es consecuencia de la cólera, y viceversa.

La medicina tradicional china relaciona las emociones básicas: ira, preocupación, tristeza, alegría, miedo, confusión, con cada uno de nuestros órganos. La ira, rabia, cólera o enfado son consecuencia de un hígado-vesícula con la energía o «chi vital» bloqueados por algún suceso traumático o, simplemente, por unos malos hábitos de vida (dietas inadecuadas, estrés, alcohol, etc.). El hígado es el órgano encargado de «limpiar impurezas», depurar toda la toxemia o detritus de nuestro sistema digestivo. Si algo no marcha bien, la energía que hace posible su saludable funcionamiento se estanca y se producen más fluidos de la cuenta, acidificando el organismo, el talante y el humor.

La cólera y los comportamientos agresivos son, la gran mayoría de las veces, máscaras del miedo y la depresión. Recuerdo una persona con la que trabajé hace tiempo. Un chico de treinta y siete años acudió a mi consulta porque ya no soportaba las consecuencias de sus comportamientos agresivos. En el fragor de sus enfados rompía todo lo que se le pusiera por delante. Era camarero de un bar muy conocido y frecuentado en su pueblo; su jefe ya le había amonestado unas cuantas veces por sus modales con los clientes, incluso, llegó a romper una tarjeta de crédito. Después de fijar unas cuantas pautas básicas: alimentación, retirada de alcohol/tabaco por un tiempo, fitoterapia para ayudar a limpiar hígado-vesícula y flores de Bach; comenzamos a «bucear» en su biografía. Varias veces se marchó a mitad de sesión, enfadado y dando un buen portazo. Al cabo de varias semanas, decidí incorporar la Terapia Artística, dado el gran bloqueo que sufrían las emociones de este paciente. Después de unas cuantas sesiones trabajando el color y los  mandalas, él solo, con ayuda de las terapias, llegó a la causa principal de sus enfados: su madre había muerto —sus palabras textuales fueron que «le había dejado»— hacía poco más de un año de una enfermedad terminal. En sus momentos finales no quiso verla, ni siquiera entendió el por qué de su enfermedad o por qué los había «abandonado» a él y a sus hermanos más pequeños. La cólera fue mudando a sentimientos de pena y culpa por no haberse despedido de ella, por no decirle cuánto la quería.

Detrás del enfado de este paciente se ocultaba una depresión exógena por duelo no asumido (o trabajado): la muerte de su madre le produjo tanto dolor que no quiso «admitirlo/aceptarlo» cuando sucedió. Su agresividad era una «tapadera» para no enfrentarse a ello; era una señal de su cuerpo y de su alma para indicarle que «algo» no marchaba bien y que debía plantarlo cara.

Otras veces, el miedo o la ansiedad son claros impulsores de nuestra ira. Lo más importante es hacernos cargo (responsabilizarnos) de nuestras emociones, no vivir de espaldas a ellas como si fueran algo ajeno a nosotros. Analizar nuestro dolor y sufrimiento al trasluz de la consciencia, es un primer paso para comenzar a superarlos.

Como ya hemos dicho, manifestaciones explosivas de las emociones fuertes con gestos agresivos pueden provocar consecuencias desastrosas. Las siguientes flores de Bach nos ayudarán a restablecer la capacidad de regir las emociones:

Cherry Plum (Cerasifera), está indicada en todos los accesos incontrolados de ira. La clave para tomar esta esencia es el miedo a «perder el control» y que la emotividad domine la razón.

Impatiens (Impatiens), se recomienda cuando los enfados vienen motivados por ansiedad de anticipación, prisa y urgencia. Las personas que necesitan esta esencia son hiperactivas y siempre tienen sensación de perder el tiempo; no soportan la espera o los retrasos. Se irritan con facilidad cuando los demás trabajan con lentitud. La cólera es imprevista y desaparece con rapidez. Por ejemplo, la persona en estado «Impatiens negativo» tenderá a terminar tus frases cuando le hables o se adelantará a hacer tus tareas si eres demasiado flemático.

Vine (Vid), para las crisis de cólera que tienen como objetivo dominar y someter a los demás. El enfado es consecuencia directa de talantes agresivos, prepotentes y autoritarios (egos duros, leñosos como el tronco y las ramas de la vid). Busca inducir dependencia, sumisión y obediencia. Está especialmente recomendada para las crisis de cólera que se acompañan de violencia verbal y física.

Holly (Acebo), para aquellas personas que sufren ira debido a la envidia, los celos y las antipatías. Para los pensamientos de odio que se generan después de discusiones y altercados. Las personas que necesitan esta esencia tienen también una forma muy sutil de manifestar su enfado a través de calumnias, sospechas, infidelidades, resentimiento y deseos de venganza. Está muy indicada, sobre todo, en los ataques de rabia y cólera que se desencadenan por celos.

Agrimony (Agrimonia), está indicada para víctimas de maltrato y violencia por individuos agresivos. Para la angustia y remordimientos que están muy escondidos bajo una aparente «alegría».

Star of Bethlehem (Estrella de Belén), igual que Agrimony, pero cuando ese maltrato se ha producido en el pasado. Trabaja fundamentalmente con las consecuencias que producen los shocks o situaciones traumáticas. Por ejemplo, esta fue una de las esencias que ayudó a nuestro paciente a entender el motivo de su ira y a soltar su dolor.

Mar Cano