Cuando me planteé la
posibilidad de hacer lo que más me agrada de manera consciente; que es escribir
y dejar mi granito de arena en la Revista Sanadores, además de compartir este
espacio con personas maravillosas, escogí el tema del Merecimiento.
De inmediato mi mente
racional que me acompaña para todos lados y a la que consiento de vez en cuando
empezó a hablar; sí a hablar y le permití unos cuantos minutos a que se
expresara. Surgieron preguntas, cuestionamientos, frases elocuentes de esas que
dan risa pero decidí detenerme un instante en algo que empezó a hacer ruido y
no fue sino la sencilla pregunta de…¿ Qué es el merecimiento ?.
Poco a poco fui deshojando
la margarita y fui cayendo en cuenta que nuestra conciencia del merecimiento
tiene que ver con nuestras creencias fundamentales, esas que se han ido
asentando en nuestra personalidad desde muy pequeños y tienen total relación
con lo que creemos que somos y no con lo que realmente somos.
Tomar conciencia para
conectarnos con nuestro presente y de esa forma diseñar el camino que deseamos
trazar es fundamental. Por derecho de nacimiento
tenemos a nuestra disposición toda la paz, amor, salud, bienestar y prosperidad
que estemos dispuestos a aceptar, porque lo que somos no conoce la palabra
límites.
Cuando nos damos el permiso
de conocer verdaderamente quiénes somos y aprendemos a amarnos por los que
somos, tomaremos conciencia de que estamos viviendo y vibrando en alta
frecuencia dentro de este océano energético.
Con frecuencia cuando a
nuestras vidas llegan esas grandiosas oportunidades de prosperidad, bonanza o
bienestar inmediatamente sentimos que estamos usando un traje con una o dos
tallas menos; empezamos a sentir angustia y en algunos casos hasta asfixia
porque el traje aprieta demasiado sin darnos cuenta que lo que realmente
importa no es el traje en sí, sino la dicha de manifestar en completa libertad
de que no está prohibido ser feliz, no está prohibido merecer la abundancia, el
amor, la paz, la salud etc, que han estado allí tal vez años esperando un pequeño gesto de
aceptación por parte nuestra.
Al fin y al cabo debemos
convencernos de que no hay y ni habrá ninguna trampa organizada por el universo
y tampoco ningún castigo asociado al simple hecho de sentirnos a gusto y convencidos
de merecer todo lo bueno que existe para cada uno de nosotros.
Por ello Manos a la obra… Vivamos a plenitud el
Merecimiento
Caterina Gravina
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